Quizá porque las ideas estéticas de Abel Martín han ofrecido mejor oportunidad al crítico y al estudioso o quizà por las dificultades inherentes a toda poesía, el hecho es que los poemas publicados en De un cancionero apócrifo no han recibido todavía la debida atención. Pero precisamente porque sabía Machado con exactitud consciente el derrotero de la poesía, la de sus últimos años es màs certera y acertada. Y nunca màs que en “Recuerdos de sueño, fiebre y duermivela,” un poema de extraña complejidad que se había publicado por separado en la Revista de Occidente del mes de noviembre de 1931. Las preocupaciones estéticas de la prosa de Machado afloran en sus últimos versos que desarrollan a veces los conceptos filosóficos de Abel Martín y Juan de Mairena, quienes habían asimilado a su vez no pocas de las intuiciones del juvenil Antonio Machado. Pero “Recuerdos de sueño, fiebre y duermivela” no trata de definir lo poético, sino de senalar y dibujar los contomos de la poesía del autor.