La cuestión de las órdenes superiores es objeto de una abundante literatura. Dada la complejidad del problema, no hay una respuesta sencilla. Según el derecho nacional aplicable, el militar que se niega a ejecutar una orden es pasible de condena penal. Los códigos penales militares prevén en general para los casos graves, especialmente en situación de guerra, que el juez podrá dictar la pena de muerte. Ahora bien, el hecho de haber ejecutado la orden de un superior, que viole el derecho internacional humanitario, no exime, de por sí, la responsabilidad penal del militar subordinado.

Es conveniente, pues, examinar la antinomia de los principios: disciplina-responsabilidad. Examinaremos, en primer lugar, la evolución de ese problema a partir del proceso de Nuremberg.

Desde su fundación, el CICR ha desplegado grandes esfuerzos para desarrollar el derecho humanitario y hacerlo aceptar por los Estados. Por lo demás, se reconoce esta actividad tanto en los Estatutos del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja como en los Estatutos del CICR. Sin embargo, el CICR sabe muy Men que, incluso debidamente aceptados por los Estados, los tratados de derecho humanitario corren el riesgo de ser letra muerta si no los acompañan, en el orden interno de los Estados, medidas jurídicas y prácticas para garantizar su aplicación.

Estas «medidas nacionales de aplicación en tiempo de paz» han sido objeto de cierto numero de gestiones realizadas por el CICR y han figurado varias veces en el orden del dáa de la Conferencia Internacional de la Cruz Roja.

La conmemoración del 125.° Aniversario del Movimiento, que durará hasta el mes de octubre de 1989, es una oportunidad única para sensibilizar al público y, sobre todo, a los jóvenes, por lo que respecta a los ideales y a las actividades humanitarias de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja; asimismo, permitirá suscitar una reflexión sobre la obra realizada por el Movimiento durante 125 años y sus perspectivas.

La Revista Internacional de la Cruz Roja también ha invitado a hombres, a mujeres, a grandes servidores de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja que, estos últimos años, han influido en la vida del Movimiento, a personalidades no pertenecientes a éste, pero profundamente ligadas a sus principios y a su acción, a teóricos y a expertos, a altos dirigentes de Sociedades Nacionales o a quienes deseen confiarnos sus recuerdos, en definitiva, expresar lo que para ellos ha significado, en la hora del trance, en su vida, la Cruz Roja, la Media Luna Roja y decirnos por qué creen en la perennidad del mensaje de Henry Dunant.

La XXV Conferencia Internacional de la Cruz Roja (Ginebra, octubre de 1986) revisó los Estatutos de la Cruz Roja Internacional de 1952, de los cuales la mayor parte de las disposiciones databa incluso de 1928. Para ello, la Conferencia aprobó dos proyectos que le habían sido presentados: uno titulado «Estatutos del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja»; el otro es el Reglamento de dicho Movimiento.

El artículo 5 de los Estatutos del Movimiento versa sobre el Comité Internacional de la Cruz Roja (el CICR). Este artículo no es la reproducción exacta de los antiguos Estatutos de 1952 ni de los artículos que le corresponden en los Estatutos del CICR del 21 de junio de 1973.

Del 24 al 26 de enero de 1988, el presidente del CICR, señor Cornelio Sommaruga, estuvo en Oslo y, del 27 al 29 del mismo mes, en Estocolmo, accediendo así a las invitaciones de las Cruces Rojas Noruega y Sueca y del respectivo Gobierno.

En Noruega, el presidente se entrevistó con los dirigentes de la Cruz Roja Noruega: señor Björn Bruland, presidente, S.A.R. la princesa Sonja, vicepresidenta, señor Odd Grann, secretario general, señor A. Torbjornsen, director del Departamento de Relaciones Exteriores, y señor J. Egeland, encargado de la información. El señor Sommaruga mantuvo también varias reuniones con los siguientes representantes del Gobierno noruego y de la administración pública: señor Gunnar Berge, ministro de Finanzas, señora Gjesteby, secretaria de Estado en el Ministerio de Relaciones Exteriores, y señora E. Nordbo, secretaria de Estado en el gabinete del primer ministro.

El 16 de marzo de 1988, el señor Julio María Sanguinetti, presidente de la República Oriental del Uruguay, visitó la sede del Comité International de la Cruz Roja.

Fue recibido por el presidente del CICR, señor Cornelio Sommaruga, a quien acompañaban miembros del Comité y directivos de la Institución. También asistió a la reunión el señor Pär Stenbäck, secretario general de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

El señor Sanguinetti abordó, durante su entrevista privada con el señor Sommaruga, diversas cuestiones de índole humanitaria.

Durante su visita, acompañaron al presidente del Uruguay, entre otros, el señor Luis Barrios Tassano, ministro de Relaciones Exteriores, y el señor José María Araneo, embajador y representante permanente del Uruguay ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra.

En la página 174, se reseña la misión del presidente del CICR en África austral, realizada del 12 al 20 de febrero.

A pesar de numerosas dificultades, prosiguieron, a comienzos de 1988, las operaciones de socorro en favor de cientos de miles de personas civiles víctimas de la situación conflictiva y de la sequía.

Los problemas que surgieron durante el transporte de víveres a Tigré, una de las regiones donde se registraron las mayores necesidades, obligaron a los delegados a aplazar varias veces las distribuciones de víveres previstas. En Wollo, a finales de febrero, el CICR seguía sin poder emprender su programa de socorro.

En enero, se beneficiaron de asistencia alimentaria más de 360.000 personas y, en febrero, unas 540.000. Sin embargo, al CICR, que esperaba, para finales de 1987, poder acudir más prontamente en ayuda de mayor número de beneficiarios, no satisficieron esos resultados.

El lugar que ocupa la difusión de los Principios Fundamentales de la Cruz Roja y de las normas esenciales del derecho internacional humanitario (DIH) entre las múltiples actividades de la Cruz Roja de Bélgica empezó a perfilarse en la década de los setenta y se afianzó realmente en los años ochenta.

El lugar que ocupa la difusión de los Principios Fundamentales de la Cruz Roja y de las normas esenciales del derecho internacional humanitario (DIH) entre las múltiples actividades de la Cruz Roja de Bélgica empezó a perfilarse en la década de los setenta y se afianzó realmente en los años ochenta.

Además de las iniciativas tomadas y llevadas a cabo a nivel nacional, especialmente la organización del simposio dedicado a la «aplicación de los Protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949», que se celebró en Bruselas el mes de noviembre de 1986, la Comunidad de lengua francesa de la Cruz Roja de Bélgica se esforzó en contribuir, con aportaciones propias, a los llamamientos en favor de la difusion y de los programas de acción del Comité Internacional de la Cruz Roja y de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

La Media Luna Roja Marroquí (MLRM) organizó, durante el año 1987, una serie de seminarios de difusión del derecho international humanitario (DIH) y de los derechos humanos para seis diferentes publicos concemidos por el conocimiento del DIH. Esta interesantísima experiencia permitió llegar, en todo el país, a personas motivadas que, en su mayoría, tenían solamente un pequeño conocimiento del derecho internacional humanitario, y fragmentario del Movimiento Internacional de la Cruz y de la Media Luna Rojas. Fue, asimismo, una experiencia piloto, porque, por primera vez, la Sociedad National organizó, por propia iniciativa, una serie de seminarios de difusión para los públicos destinatarios determinados por el Movimiento en todos sus programas de acción.

El 8 de febrero de 1988, Nueva Zelanda ratificó los Protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 relativos a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales (Protocolo I) y no internacionales (Protocolo II), aprobados en Ginebra el 8 de junio de 1977.

Acompañaban a esta ratificación varias declaraciones, cuyo texto es el siguiente (original en inglés, traduccién del CICR):

«E1 Gobierno de Nueva Zelanda…

Y declara que esta ratificación no debe extenderse a las Islas Cook, Niue y Tokelau;

Y declara además lo siguiente:

La República Popular Demócratica de Corea se adhirió, el 9 de marzo de 1988, al Protocolo adicional a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales (Protocolo I), aprobado en Ginebra el 8 de junio de 1977.

De conformidad con sus disposiciones, el Protocolo I entrará en vigor, para la República Popular Democrática de Corea, el 9 de septiembre de 1988.

Con esta adhesión, asciende a 74 el número de Estados Partes en el Protocolo I.

El jurado del Premio Paul Reuter, presidido por el profesor Jean Pictet, vicepresidente honorario del CICR, e integrado por miembros de la administración del CICR y por los profesores L. Condorelli y G. Malinverni, de la Universidad de Ginebra, decidió por unanimidad discernir por segunda vez este premio a la

doctora en derecho, de nacionalidad norteamericana, por su tesis titulada «International Law and the Use of Force by National Liberation Movements», defendida en la Universidad de Oxford.

El jurado puso de relieve la notable calidad de la tesis de la laureada, que es una importante contribución al conocimiento del derecho international humanitario.