Este estudio pretende ser un examen minucioso de los numerosos afijos de que se sirve el pueblo mexicano para ponderar, apreciar, calificar, y en cierta medida poner su sello personal a una buena parte de lo que dice. Estos afijos, especialmente los llamados diminutivos y aumentativos, le brindan al mexicano—así como a toda persona de habla española—un medio de exteriorizarse, un vaso sumiso en donde descargar su subjetivismo. En la formación y aplicación de los “apreciativos” es donde el idioma cede más, y más libertad le concede al que lo habla.