Los críticos, en su afán por equiparar la vida cultural española con la europea de los años veinte y treinta, han apuntado a la naturaleza dadaísta o surrealista de algunas de las actividades de la Residencia. Otros hablan de su raigambre española, lo que no supone negar la influencia francesa. Ninguno de ellos – excepto Baxter (47) o Molina Alarcón (5–6)– se refiere específicamente a las visitas de la Orden a Toledo. Los críticos interpretan estas actividades como actos radicales. Para hacerlo se apoyan en gran medida en los testimonios poco fiables de participantes como Buñuel. Estos testimonios, como hemos visto, recrean y mitifican –construyen– los hechos originales al representarlos. Pero, ¿son en realidad estas intervenciones urbanas acciones performativas dadaístas y surrealistas a semejanza de las de sus contemporáneos franceses? ¿Se pueden relacionar los rasgos aparentemente dadaístas y surrealistas de las caminatas con otros antecedentes españoles? De ser así, ¿con cuáles?

Como veremos en este capítulo, los testimonios de Buñuel y Alberti apuntan a un paralelismo entre las caminatas de los surrealistas y los paseos de la Orden, aunque nunca se declare de forma explícita. El hecho de que las únicas fotografías que han quedado de estos eventos estén fechadas en 1924 y 1925, cuando el surrealismo ya había entrado oficialmente en España, podría contribuir a la afirmación de que el surrealismo fue un estimulo decisivo desde sus inicios. André Breton, además, estuvo en 1923 en Madrid con motivo de la inauguración de la exposición de Francis Picabia; con toda probabilidad, los residentes habrían conocido las nuevas ideas con esa visita, y posiblemente con otras; también pudieran haberlas conocido a través de Ramón Gómez de la Serna, en cuya tertulia Buñuel participaba. Además, el manifiesto surrealista se publica en 1924 en Revista de Occidente (Baxter 41; 52–53).

Ahora bien, que Buñuel y sus amigos conocieran la existencia del surrealismo y sus paseos hechos al azar no significa que estos hayan influido directamente en la génesis o el desarrollo de las caminatas de la Orden de Toledo. Según Buñuel, la Orden se funda en 1923; niega, además, que el surrealismo ejerciera alguna influencia sobre él antes de 1929, a pesar de que estuvo en París ya a principios de 1925 (en Aub 54).