101 results
47 Premorbid Intellectual Functioning and Not Education Predicts Memory Performance Virtual Environment Grocery Store
- Rebekah A Griffin, Logan A Guillory, Danielle R Hardesty, Jacob S Avendano, Harrison G Boynton, Derek C Killingsworth, Yenifer L Morales-Mejia, Thomas D Parsons, Michael D Barnett
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- Journal:
- Journal of the International Neuropsychological Society / Volume 29 / Issue s1 / November 2023
- Published online by Cambridge University Press:
- 21 December 2023, pp. 726-727
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- Article
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Objective:
Previous research has found that measures of premorbid intellectual functioning may be predictive of performance on memory tasks among older adults (Duff, 2010). Intellectual functioning itself is correlated with education. The purpose of this study was to investigate the incremental validity of a measure of premorbid intellectual functioning over education levels to predict performance on the Virtual Environment Grocery Store (VEGS), which involves a simulated shopping experience assessing learning, memory, and executive functioning.
Participants and Methods:Older adults (N = 118, 60.2% female, age 60-90, M = 73.51, SD = 7.46) completed the Wechsler Test of Adult Reading and the VEGS.
Results:WTAR and education level explained 9.4% of the variance in VEGS long delay free recall, F = 5.97, p = 0.003). WTAR was a significant predictor (ß = 0.25, p = 0.006), while level of education was not.
Conclusions:These results suggest that crystalized intelligence may benefit recall on a virtual reality shopping task.
Capítulo 3º - Ronda
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- Book:
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 56-59
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- Chapter
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Summary
Del otro lado el pensamiento vago Mira el pendiente y levantado risco
Lo que sujeta amenazando a estrago
Y allí vino a plantar donde un Lantisco
Con gran dificultad se sustentara
Guindos y endrinos el sagaz morisco.
Rimas de Espinel, al doctor Luis de Castilla.Razón será, mientras duermen los viajantes, que yo entretenga a mis lectores un rato sobre el estado de Ronda en los tiempos en que pasaban los sucesos que refiriendo voy.
Vencido el orgullo de los godos en las letales orillas del Guadalete, cual mortífera mole que encierra en sus flancos el rayo asolador, lanzáronse por el Andalucía las hordas musulmanas; si no curaron en un principio de conquistar a Ronda, destrozados los cristianos de nuevo en Jaén, Córdoba y Sevilla, abiertas las puertas de las otras ciudades y castillos a los vencedores, pronto ondeó la media luna en sus encumbradas almenas; esparciéronse los árabes por toda la serranía, y hallaron en ella sitios inaccesibles para fundar pueblos y tierras vírgenes que cultivar; los romanos y godos habían desdeñado esta comarca, mas viose a los pocos años de la dominación agarena descollar ya entre tajados riscos, ya entre espesos matorrales los pueblos de Montejaque, Benaoján, Benaocaz, Pujerra, Júzcar, Faraján y otros muchos; también edificaron sobre antiguas ruinas, como Ubrique sobre Ocusitano, y Benajú sobre Sepona;3 brindábales a ello el despejado cielo, la abundancia de exquisitas y limpias aguas y la variedad de frutos; veíase, en efecto, alzar entre espesos breñales la palmera africana su majestuosa frente al lado de la encina del norte.
Pasados algunos años, la suavidad del clima y la feracidad de las tierras contribuyeron sobremanera a amansar y civilizar los duros corazones de los hijos del profeta; no eran ya aquellos alarbes homicidas de feroz mirada, de modales groseros, empuñando siempre la espantosa gumía para asesinar aun a las mujeres y niños; mientras unos, montados en briosos corceles, ya caracoleaban por el llano de Ronda ejercitándose en militares ejercicios, o ya al sonido de los añafiles y atabales volaban a las lides a defender su nueva y naciente patria; otros, pacíficos cultivadores, convertían los áridos páramos en deliciosos jardines, y en fructíferos huertos;
39 - La prisión inquisitorial
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- Book:
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 254-260
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- Chapter
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Summary
Algunos parientes de los presos e condenados reclamaron diciendo que
aquella inquisición y execución era rigorosa, allende de lo que debía ser e
que en la manera que se tenía de facer los procesos, y en la exención de las
sentencias, los ministros y exentores mostraban tener odio a aquellas gentes.
Crónica de los Reyes Católicos, por Hernando del Pulgar, parte 2ª, cap. 77.Hacía muy pocas horas que sabía el ferí el imprudente y mal motivado alzamiento de Istán, y entreteníanse en hablar del asunto con Mahamud, cuando llegó Pablo y le entregó una carta que decía así:
Abenamet; la persona a que salvasteis la vida en la Sierra de los Alfaques, y el honor en la ermita de Benameda, quiere hablaros al instante; buscadla en la casa de Abul-Hacem; por el Tajo… Cae una ventana baja…
—¡La casa de Abul-Hacem! ¿Allí hay un convento? —exclamó el ferí— ¡Ya! Ya caigo en el misterio; volaremos a verla. Mira —prosiguió, llamando al criado—, vuelve a la señora que te dio esta carta, y dile que esta misma noche serán exactamente obedecidos sus mandatos.
Bien comido, quitado el disfraz, y andando tanto como una mala nueva, llegó Pablo en pocas horas a Ronda, y dejó a su ama satisfecha del buen éxito de su encargo; detrás de él salieron el ferí y Mahamud, y dejando que oscureciera para acercarse a la ciudad sin peligro se escondieron en una viña de Sijuela, donde vivía un morisco amigo suyo.
—¿Por qué —dijo Mahamud— nos paramos en este sitio? Ya habrá corrido como fuego la noticia de Istán, saldrán de Ronda los cristianos a perseguir a los fugitivos, y plegue a Alá no nos encuentren; si así sucediese con nuestra muerte se acababa para siempre la esperanza de libertad que cual sagrado depósito se conserva en nuestros corazones.
—Dices bien, sin nosotros, que somos los primeros que nos lanzaremos a la lid, ¿qué harían nuestros infelices compatricios?
—¿Pues entonces por qué nos detenemos aquí, expuestos a perecer sin gloria?
—Este es un secreto, Mahamud, que por ahora me conviene no revelarte.
26 - La conjuración
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- Book:
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 178-183
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- Chapter
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Summary
Volved las armas y ánimo furioso
A los pechos de aquellos que os han puesto
En dura sujeción, con afrentoso
Partido, a todo el mundo manifiesto;
Lanzad de vos el yugo vergonzoso
Mostrad vuestro valor y fuerza en esto.
Araucana, canto 2.El rigor con que los ganadores de Ronda trataban a los moros de los lugares hizo que muchos de ellos, en vez de vivir en los pueblos, lo hicieran en las asperezas de Sierra Bermeja, sobre todo en la parte comprendida entre Jubrique, Genalguacil y Casares por un lado, y el mar mediterráneo por otro; allí, ora cultivando pequeños trozos de tierra de labor, ora manteniéndose de silvestres frutas, ora robando y molestando a los cristianos, sufrían todos los horrores de la persecución y de la miseria, su compañera inseparable; desnudos, hambrientos y extenuados, robaban algunas veces en torno de sus antiguos hogares, y veían en sus primitivas casas dormir tranquilos en mullidos lechos a sus despiadados vencedores, mientras ellos reclinaban la cabeza sobre toscas piedras envueltos en sus alquiceles, y sin tener a oraciones más techo para cubrirse que la celeste bóveda, tachonada de doradas estrellas; en ninguna parte había más de estos infelices que en los ásperos vericuetos de las sierras de Genalguacil y Casares, donde descollaba entre tajados riscos la torre de Gebalhamar junto a un pedregoso llano; desde muy de mañana entablaron en ella tristes y sentidos coloquios el mismo día de la cita el alfaquí Almanzor y Mahomud, moro principal de Estepona, que refugiado en aquel fuerte vivía con su familia.
—Almanzor —dijo Mahomud—, hace muchos días que no hace el sol tan plácido para mí como hoy; siento en verdad la funesta desgracia que ha sucedido a tu pueblo, pero veo en ella un poderoso motivo de esperanza, rotas ya las vallas del agradecimiento, el ilustre caudillo de Benastepar no debe nada a sus contrarios y podrá, acompañando altivo su potente cimitarra, sacarnos de la letargosa esclavitud en que yacemos sumergidos.
—Mucho temo, Mahomud —replicó el alfaquí— que tus presentimientos salgan vanos; el viento mortífero del desierto ha soplado sobre nosotros, y ha extinguido el vigor de nuestros valientes adalides.
—No, aún queda sangre mora en nuestros pechos, aún corremos briosos a las armas al punto que la señal se dé de la pelea; ¿veis mis canas?
28 - El desafío y la traición
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- Book:
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 190-195
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- Chapter
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Summary
Entonces en su caballo pasó el agua y fuese endereçando sus armas contra
don Florestán, el cual que lo vio así venir y que el agua passara hirió el
caballo de las espuelas, y fue para él…
Amadís de Gaula, lib. 3º, cap. 37.Ya había corrido el sol más de la mitad de su carrera, cuando al pie de la fuente del Aljarife veíase sentado al triste Abenamet; su criado Tarfe espiaba con cuidado el camino de la ciudad, temiendo alguna sorpresa, mientras él, apoyado el brazo derecho contra el muslo, miraba lánguidamente correr las límpidas aguas.
—Señor —le dijo Tarfe, alzando un poco la voz—, si quisieras tomar algún alimento…
—Nada necesito —le respondió su señor.
Sobrecogiose un poco el fiel doméstico, notando tan desusada aspereza, mas a poco se alentó de nuevo, y descolgando una talega que traía encima de su caballo, fue extendiendo inmediatamente sus provisiones sobre el menudo y fresco césped, sin duda para llamar la atención de su amo, y diciendo para sí, con voz que podía muy bien ser oída:
—Lástima es que mi señor no pruebe, aunque fuera siquiera una migaja de este sabroso almorí que parece se ha condimentado para el mismo emperador de Marruecos; pues no que este asado de cabrito… Por Alá que el aire se ha atafagado con el delicioso olor que despide… ¡Ya! Y estas rojizas manzanas, y estos delicados priscos conservados por mí con tanto esmero… ¡Friolera…! Más blanco es el pan que la nieve; ¡cuánto hubiera dado por encontrarlo así nuestro bendito profeta, aunque hubiera sido duro, cuando, perseguido por los habitantes de Medina, tuvo que atravesar los inmensos arenales de la Arabia y comer solo langostas secas…! Pues bien… Mejor… Nadie me acompaña, y yo voy a meter mano… ¡Santísimo Alá! ¡Qué torta tan rica! Uf… Esto es el paraíso.
A tantas exclamaciones alzó la vista el ferí, y notando la colocación de los manjares y los insinuantes gestos de su atento criado no pudo menos de sonreírse y decirle:
—Come tú, hijo mío, lo que quieras, pues yo no tengo gana.
Capítulo 2º - El viaje a Libar
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- Book:
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 49-55
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- Chapter
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Summary
Llegaron en estas pláticas al pie de una alta montaña, que, casi como peñón tajado, estaba sola entre otras muchas que la rodeaban. Corría por su falda un manso arroyuelo y hacíase por toda su redondez un prado tan verde y vicioso que daba contento a los ojos que la miraban.
Cervantes, parte 1ª, libro 3 del Quijote.Quedaron todos cabizbajos y pensativos después de la ida de los moros; parecíales a doña Elvira y a don Sancho, que no era realidad sino solo terrorífica visión lo que habían visto; María, turbada, temiendo la justa reconvención de los huéspedes, sentose en un rincón, y, fingiendo candoroso semblante, se puso a mondar alubias; don Sancho principiara a pasear arriba y abajo, y doña Elvira fue la que primero rompió la palabra, diciendo:
—Convenid, don Sancho, que sois curioso en demasía con sus puntas de desatento.
—Convenido, convenidísimo estoy; el ímpetu de esta mi curiosidad, que no me es dado contener, se parece a río caudaloso que se desborda.
—A los tormentosos ríos se les pone su dique; el de la curiosidad impertinente e indiscreta es la razón; hoy, por ella, nos habéis puesto a dos dedos del precipicio.
—¿Mas quién pudiera, señora, imaginar que aquella dichosa puerta encerrase un subterráneo, que aquel subterráneo tuviese otra salida, y que por la otra salida entrasen moros? Vaya, esta es una cadena que solo el diablo puede desliar y entender.
—A trueque de no enfadarme con vos como debiera, os mando que a ninguna persona viviente digáis la menor palabra de lo que habéis visto; además, lo requiere vuestra propia seguridad.
—No tengáis cuidado, callaré más que un mudo, pues no olvido las sabrosas y enconfitadas razones que me dijo al partir el amigo moro; a vos os trató con más dulzura; ¡ya se ve, las faldas tienen sus privilegios! Pero mirad la gatita muerta de Zulema con qué privilegio parece que no enturbia el agua, ¡fiarse luego de mujeres! No en mis días; juro por Apolo y las diez musas que no me he de dejar engañar de ninguna.
—Ni creo que tampoco ninguna se dejará engañar por vos.
Capítulo 10º - Los arcabuceros
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- Book:
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 96-100
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- Chapter
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Summary
Envió dos capitanes… Con trescientos arcabuceros escogidos entre la gente que a la sazón había quedado, que era poca… Hombres levantados sin pagas, sin el son de la caja, concejiles que tienen el robo por sueldo y la codicia por superior.
Guerra de Granada, por Mendoza, libro 2º, pág. 3ª.Apenas se ausentaron los cazadores de la alquería de Pedro, retiráronse los moros por el subterráneo con precipitado paso, y no curaron cerrar cual otras veces la trampa que ocultaba la entrada; tampoco se notó esta falta por los habitantes de la huerta, y tal imprevisión fue causa que pudiesen Osmin y Santiago llevarse robada a María a Benameda, pues fuera de otro modo imposible mediante a que Pedro, siempre al salir de su casa, la dejaba cerrada, temiendo en aquellos tiempos de revueltas algún atropellamiento de parte de los cristianos. Figúrense las almas sensibles cuál sería el dolor de este tierno padre al hallarse sin el dulce objeto de su amor; la llamó y buscó por todas partes y, al notar abierta la trampa, sospechó lo que podía ser, volvió otra vez a Ronda, y avisara al corregidor que le habían robado a su hija; ofreciose este que haría las oportunas diligencias y envió en el acto dos alguaciles a que de los vecinos de la alquería indagasen las circunstancias del hecho; de estos se supo que el día anterior habían visto tres moros rodando en torno de la casa de Pedro y que, aunque no pudieron conocer a dos, el uno era sin duda Alí Jarillo; opinó entonces el juez que este moro, por incomodar al querellante porque se había hecho cristiano, le habría robado a su hija; reunió inmediatamente a dos o tres regidores y sacaron de acuerdo que debía irse al instante a Benastepar y traer presos a Ronda al padre y hermana de Jarillo, caso que él, como era creíble, no se hallase en el pueblo.
Este lugar era el único que aún conservaba en la serranía el libre ejercicio de la religión mahometana, y allí se habían refugiado las familias del ferí, Alí Jarillo, Hacem y otros; no es esto decir que los cristianos pensasen en lo sucesivo dejar tranquilos los vecinos de Benastepar, esperaban un solo plausible pretexto para acabar con ellos;
Capítulo 11º - La quema de Benastepar
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- Book:
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 101-106
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- Chapter
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Summary
Crece la sorda y tragadora llama
Traspasa a Darro, y de un horrible estruendo
Pasó al molino, y dio la nueva a Alhama.
Piedras de nuevo, y leños esparciendo,
Que amenazaban la soberbia cumbre,
Y a trechos van las torres combatiendo;
Bajan vigas de inmensa pesadumbre,
Ladrillo y planchas por el aire vago,
Y espesos globos de violenta lumbre.
Rimas de Espinel a don Juan Téllez Girón, marqués de Peñafiel.Endilgó los pasos don Alonso hacia Benadalid, y a poca distancia parose junto a una fuente; mientras acababan de llegar los rezagados, rebosaba la indignación en su pecho al ver las llamaradas y al oír los lamentos que de Benastepar salían; dos o tres veces estuvo tentado de tornar a socorrer a aquellos infelices; mas el temor de que se le mirase más bien como contrario que como amigo, y el embriagamiento de la mayor parte de su gente lo detuvo; cuando creyó que ya todos estaban reunidos, prosiguió cabizbajo su ruta exhalando de tiempo en tiempo terribles maldiciones y amenazas contra los incendiarios, que trémulos, y al parecer arrepentidos, en pos de él caminaban; extraviáronse un poco de la senda con la oscuridad de la noche, y tirándose a la derecha, no lo conocieron hasta que se hallaron junto al cerro de Benameda; mientras buscaban de nuevo el camino, se presentó a la vista de don Alonso en un estrecho callejón por donde entonces iba un moro montado en su brioso alazán; notó Aguilar, a la claridad de la madrugada, que ya empezaba a ser viva, sus gallardas facciones, alta estatura y despejado talante.
—¿Quién va allá? —dijo el moro— Dejad el paso libre a los transeúntes, cualesquiera que seáis.
—Mucho orgullo gasta el amigo —replicó don Alonso.
—Que lo gaste o no, nada os importa.
—Parece, según vuestra habla, que traéis junto un tercio de escogidos soldados.
—Mi brazo vale solo por ellos; dejadme, os repito, el paso franco.
—Antes mi espada castigará tan temeraria plática.
—Pues bien, salgamos a sitio a propósito.
—Salgamos.
Capítulo 1º - La alquería
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- Book:
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 39-48
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- Chapter
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Summary
Aquí la verde pera
Con la manzana hermosa
De gualda y roja sangre matizada,
Y de color de cera
La cermeña olorosa
Tengo, y la endrina de color morada;
Aquí de la enramada
Parra que al olmo enlaza
Melosas uvas cojo,
Y en cantidad recojo
Al tiempo que las ramas desenlaza
El caluroso estío
Membrillos que coronan este río.
Canción de Lope de Vega.Bermejeaba ya el sol en el oriente una hermosa mañana del mes de agosto, cuando viose salir por la Puerta del Almocábar escogida aunque numerosa cabalgada; indicaban sus armas y arreos que festiva y bulliciosa cacería era su objeto. Mientras, dejando a un lado la fuente de los Gomeles, aguijoneaban sus caballos por el camino de Sijuela, diré a mis lectores en cortas palabras las personas que en ella iban. Montada en un brioso alazán, era la primera doña Elvira de Castro, de veinte años, esbelta estatura, facciones peregrinas y poco comunes, pelo negro como el ébano, que contrastaba perfectamente con las blancas plumas de su verde sombrerillo de caza; la hacían en extremo hermosa; no era menos admirable por su bella índole, cultivado talento, facilidad en explicarse, destreza en montar a caballo y en disparar una flecha; había poco tiempo que pasara a Ronda desde Sevilla, y fue desde entonces el pasmo de cuantos lograron conocerla; su melancólico temperamento, y, por consiguiente, su carácter sostenido y varonil, la hacían aún más seria y circunspecta que lo que era en realidad; iba a su lado su padre don Felipe, caballero de costumbres blandas y suaves, buen amigo, pero sin tener jamás opinión propia, y condescendiente con todos, hasta rayar en debilidad.
Seguían don Tello de Lara y don Juan Pérez, sujetos de ilustre alcurnia, y de los ganadores de Ronda; tendría el primero como cuarenta años, pariente cercano de don Felipe, y al servicio de los Reyes Católicos, pero rico en haciendas; ni tomaba la soldada que el rey diera a otros, ni quiso tierras ni olivos en el repartimiento que después de la toma de Ronda hicieran entre sí los vencedores de los bienes de los moros.
Capítulo 9º - La vuelta a Ronda
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- Book:
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 89-95
-
- Chapter
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Summary
Y luego don Quijote y los que con él venían se pusieron a mirar las andas y en ellas vieron un cuerpo muerto y vestido como pastor, de edad al parecer de treinta años, y, aunque muerto, mostraba que vivo había sido de rostro hermoso y de disposición gallarda.
Cervantes, Quijote, parte 1ª, libro 2º.Cansados y molidos los viajantes de la tarde anterior, estaba el sol bien alto en el horizonte cuando despertaron y vistiéronse a toda prisa, menos doña Elvira, que, temiendo la llegada de fray Silvestre, quedose en el cuarto aparentando indisposición; entró el fraile, en efecto, con mesurados pasos y ojos bajos al tiempo que se desayunaban con las reliquias de la cena.
—Loado sea el señor Todopoderoso; mucho he sentido que las obligaciones de mi ministerio me hayan impedido, anoche, estar con vosotros, amigos míos.
—Entrad, fray Silvestre; vos siempre tan gordo, y tan saludable —le dijo don Tello.
—Procuro cuidarme.
—Pues por vida mía no lo haréis mucho si usáis aquellas disciplinas para azotaros, y aquesa tarima para dormir.
—¡Qué! Yo —continuó fray Silvestre con fingida sonrisa— no duermo en esa tarima, sino en mejor lecho.
—El mérito de la verdadera virtud estriba en ocultar las buenas obras; sabemos bien dormís sobre ese ético colchón.
—Nada, nada; ¡qué disparate! —y decía esto con un aire y metal de voz sumamente a propósito para que no lo creyesen— No soy tan anacoreta que me atreva a hacer tales penitencias.
Levantáronse a poco los manteles, y todos se pusieron en camino para tornar a Ronda admirando, menos doña Elvira, la santidad y loable vida del ermitaño de Benameda.
Ya habrían andado media legua, cuando don Sancho, que digerir no podía el mote insultante que don Juan puso a sus versos, le dijo, sin duda por picarlo e incomodarlo:
—Por aquí cerca me parece deben hallarse las tierras y olivos que os dieron; yo, en vuestro lugar puesto, las abandonaría para siempre, porque afrenta a un hombre de bien la tal donación; indica es de poca valía el sujeto, pues, como se repartieron según las personas… Ya veis…
Contents
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
-
- Book:
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp v-vi
-
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14 - La taberna
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- Book:
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 118-124
-
- Chapter
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-
Summary
Por nuestro señor que es mina
La taberna de Alcocer
Grande consuelo es tener
La taberna por vecina;
Si es o no invención moderna
Vive Dios que no lo sé,
Pero delicada fue
La invención de la taberna;
Porque allí llegó sediento
Pido vino de lo bueno
Mídelo, dánmelo, bebo,
Págolo y voyme contento.
Baltasar de Alcázar.Razonable y plausible cosa es defender la patria en los campos de Marte; honor eterno adquiere el brioso caballero de tostada faz y membrudos brazos, o el gentil doncel de rubia cabellera, a quien apenas cubre el bozo las sonrojadas mejillas, si impávidos, ya retan en singulares combates a los enemigos de su patria y religión, o ya alzan la potente tizona en trabajosas y bien porfiadas lides; justo parece que las agraciadas doncellas alienten con amorosas miradas su ardor marcial y que canten sus esclarecidos hechos los trovadores, ministriles en sonoras harpas y plácidos laúdes; pero, ¡ay del pueblo que celebra el asesinato y le tributa loores debidos solamente a la virtud y verdadero valor! Dejando a un lado estas escenas, dirijamos las miradas hacia el arrabal viejo o de san Miguel, y reparemos en una puerta pintada de color de plomo con un haz de sacramentos y yedras encima, pues aquella es la digna vivienda de la tabernera Nicolasa; consistía en tres cuartos adornados cada cual de una mesa de pino y dos derrengados banquillos, además de la cocina donde, junto al hogar, veíanse como una docena de sillas; allí era donde la vieja y su esposo Marcos recibieran a los rancios amigos de la casa y se azumbraran varias veces al día.
24 - Prosigue la historia del ferí
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- Book:
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 170-173
-
- Chapter
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-
Summary
Pues no puedo seguirte, ¡ay, Fili mía!
Siempre te seguiría mi pensamiento;
Morir quiero mil veces cada día
Antes que no vivir sin ti en tormento;
Pues cuando de te amar tuve osadía
Tan cierto y breve vi mi perdimiento
Que me dijeron luego allá mis hados
Llorad sin descansar ojos cansados.
Francisco de Figueroa, Estancias.La muerte de mi padre y la pronta y bien merecida venganza que de ella tomé súpose al instante por el mismo asesino que a mi justo furor escapara; mis amigos y parientes condujeron al pueblo el cadáver de Hamete Alhaquím, y después de tributarle los debidos honores fúnebres me nombraron de común acuerdo jerife de Benastepar; era tal destino en aquel momento carga tan pesada y molesta que solo el ardiente amor a la patria que en mi corazón se albergaba pudo hacérmelo admitir; ocupeme los primeros días en recoger los huérfanos, viudas y desvalidos que de la ciudad salieran; tristísimo era, por cierto, el espectáculo que presentaban aquellos desdichados; aunque muchos sacaron algunas alhajas de Ronda, la codicia de los soldados y la rapiña de los monfíes los despojaron de ellas, y hambrientos y extenuados se les veía a muchos tendidos por el suelo, cruzados los brazos, y esperando con piadosa resignación la hora postrimera que iba a acercarlos al trono del poderoso Alá. Redoblé mis esfuerzos, corrí día y noche por aquellos enmarañados vericuetos, y siempre volvía a mi lugar cargado de un botín tan precioso para mí; no descuidé en tanto la seguridad de mis compatriotas, pues, sabiendo que los moros de Cortes, Villaluenga, Grazalema y Ubrique se habían sometido al vencedor bajo pactos ventajosos, quise que disfrutase Benastepar de igual beneficio, y sacrificando al bien de mi país el odio que a los cristianos profesaba, los persuadí que una obstinada y loca defensa solo acarrearía nuestra total pérdida, y logré al cabo de muchos esfuerzos que nos dejasen tranquilos sin inquietarnos en lo más mínimo; iguales concejos di a los vecinos de Chúcar, Moclón y Benameda, mas ellos desatendieron mis justas reflexiones, y la destrucción total de sus pueblos fue el fruto de su gloriosa, pero estéril resistencia.
Cayó Granada entretanto, y la media luna se eclipsó en España quizás para siempre; los cristianos de Ronda, que nos trataban hasta entonces con algún miramiento, dejaron a un lado sus fingidas maneras.
30 - Los monfíes
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- Book:
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 200-206
-
- Chapter
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-
Summary
Matadores como triunfos
Gente de la vida hosca
Más pendencieros que suegras,
Más habladores que monjas;
Murciélago de la garra,
Avechuchos de la sombra,
Pasteles en recoger
Por todo el reino la mosca;
Escuchad las aventuras
De Villagrán y Cardoncha
Él en Sevilla, yo preso
En la venta de la horca.
Quevedo, musa Terpsicore.Eran las once de la noche cuando llegó el ferí a Benameda; dejó entre unos árboles escondido a Tarfe con los caballos, escaló el corral y, oyendo la bulla y el estrépito que en la sala hubiera, atraviesa la despensa y quedóse detenido un rato en la puerta; dos veces adelantó el pie para entrar, y otras tanta retrocedió horrorizado; sintiendo tener que manchar sus manos en la impura sangre de Leonarda, esta, acalorada con la fiebre y el vino, y remordiéndola sin cesar la conciencia, lo creyó al principio una extraña visión, hasta que desengañada con la realidad cayó del susto muerta a sus pies ahorrándole así el tener que ser cruel con ella; atónitas las dos viejas, e Inés con su presencia, quedáronse petrificadas, y el ferí, después de mirarlas un rato, les dijo con voz de trueno:
—Mirad en este cadáver el castigo que el hacedor supremo da al vicio y a la intemperancia; vosotras, que por vuestra edad debíais dar ejemplo a los demás, sois unos monstruos de iniquidad; bajo el pretexto de perseguir a los cristianos, cometéis toda clase de delitos, como si para odiar y castigar a esa raza descreída fuese necesario ser tan malos como ellos y apurar hasta las heces la copa de la iniquidad; os desprecio y no os quiero hacer el menor daño; y tú, desgraciada hija de Pedro, vente conmigo; buscaremos medios de que te reúnas con tu padre.
38 - La iglesia de Istán
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 249-253
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Summary
Los moros fueron fuyendo
Maldiciendo su ventura
El maestre los siguiendo
Por las puertos de Segura
E feriendo, e derribando
E prendiendo a las manos
E Santiago llamando
Escudo de los cristianos.
Argote, Nobleza de Andalucía, p. 195.1El compadre de Pablo… Mas antes conviene que mis lectores sepan de estas personas que hasta ahora no han conocido.
Istán es un lugar colocado en lo más áspero de Sierra Bermeja, y cercado por todas partes de oscuros pinares y hondísimos derrumbaderos; al tiempo de la conquista de Ronda, casi todos sus moradores tornáronse cristianos y cambiose en templo católico la mezquita; debemos creer piadosamente que estos nuevos hijos de la ley de Dios no serían muy afectos a ella, pues su cura párroco, Pedro Escalante, que con su sobrina doña Juana vivía en una casa inmediata a la iglesia, estaba siempre en perpetua alarma, temiendo se rebelasen sus díscolos y agrestes parroquianos; en tan crítica situación contaba solo con el amparo de su sacristán; en efecto, Domingo era el matón de aquellos contornos, y justamente el compadre de Pablo, y a fuer de cristiano viejo y hombre de puños; hablaba a todos con voz alta y cascarreña, y se hacía respetar aún de los más atrevidos; mantúvose así algunos años; empero el oro y la continua seducción lo cambiaron de tal manera que no solo tenía ofrecido tomar la mano en el asunto del alzamiento, sino que era el jefe conocido de los descontentos de Istán, y en su casa estuviera el ferí cuando visitó el pueblo.
El inocente no sabía nada de lo que pasaba, y proseguía dispensando su confianza a tan perverso hombre, que hueco y envanecido con ella atreviose a mirar con amorosos ojos a la linda y agraciada doña Juana, que recibió con la debida indignación las declaraciones enérgicas y poco decorosas de un hombre de la laya de Domingo; seguro el malvado de que la incauta doncella no diría nada al cura, por no apesadumbrarlo, apretaba de tal modo sus ataques, que doña Juana suplicó encarecidamente a su tío la llevase a Ronda pretextando tristeza y falta de salud.
—¡Tú enferma! —exclamó el cura asombrado— Jamás te he visto más gorda y colorada que ahora.
—Pues a pesar de eso.
—Pero mujer, ¿qué tienes? ¿Qué te duele?
Apéndice A
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
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- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 302-308
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Summary
Canción
Granada, 1828
Volad allá, versos tristes
Do está el bien del alma mía
Y decidle la porfía
De mi continuo penar;
Decidle cómo vos fuiste
En mi soledad y duelo
El efímero consuelo
De quien la sabe adorar.
¡Ay! Expresad cuanto espera
Y teme y anhela y siente,
El desventurado ausente
Que a sus plantas suspiró;
Si una lágrima siquiera
De sus bellos ojos salta,
¿a recompensa más alta
Aspirar osara yo?
Aura, leve, así las rosas
De abril su caliz esquivo
Brinden al soplo lascivo
De tu aliento bullidor;
Que en tus alas vagarosas
Lleves con grato gemir
Donde yo no puedo ir
Los acentos de mi amor.
Óyelos tú, compasiva
Hechicera dulcedumbre,
Por quien arde en viva lumbre
Mi llagado corazón;
Que mientras tu amante viva
Seguro de tus favores
Soportará los rigores
De fatal separación.
¡Oh! ¡Cuán fiel es mi memoria
En recordarme los días
Que a mi lado estar solías…!
¡Oh, cuán vehemente y cuán fiel!
Y a un tiempo tormento y gloria
Del espíritu angustioso
Es en mi infeliz estado
Esta ocupación cruel.
Siempre en ella embebecido
Ora se me representa
El punto en que darte cuenta
De mi inclinación osé;
Y suena dulce a mi oído
Aun aquel, si, delicioso
Que perturbado y medroso
De tus labios escuché.
Tú lo pronunciaste, hermosa,
Con la gracia y donosura
De que pródiga natura
Quiso adornarte al nacer;
Y enlazando cariñosa
La mano que te pedía
Con la ardiente mano mía
Consumarte mi placer.
¿Por qué magia tu contacto
Me enajena, me suspende
Y mi sangre toda enciende
En el fuego más voraz?
¿Creyera yo en aquel acto
Por desgracias que soñara,
Las que el destino fraguara
Y trajo el tiempo fugaz?
¿Creyera las veces tantas
Como en plácido recreo
Al solitario paseo
Fuimos, joviales, los dos?
¿Cuándo con dulces gargantas
Los ruiseñores trinaban
Y por las ramas vagaban
De sus amadas en pos?
Cuando las noches serenas
Del abrazador estío
El precipicio sombrío
Nos vio a su margen andar;
De allí columbrado apenas
El alfombra de esmeralda
Que extendía por su falda
Semejaba al ancho mar.
Una ocasión resonaba
Por las rocas el bramido
Que en ellas embravecido
Lanza audaz Guadalquivir;
Y a lo lejos se escuchaba
Con el nocturno reposo
El ladrido querelloso
Del vigilante mastín.
47 - Muerte de doña Elvira
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 296-301
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Summary
Ya para mí se ha oscurecido el día,
Y, pues en las tinieblas me lamento,
Llora conmigo, amor, la pena mía.
(…)
¿A dó el coral lustroso y encendido
Y el color dulce de suave rosa
Tiernamente tal vez descolorido?
¿A dó la blanca mano y generosa
Que el yugo puso blandamente al cuello
Y fue prenda a mi alma dolorosa?
¿A dó el ardor luciente del cabello?
¿A dó más que el marfil y no tocada
Nieve, del pecho tierno el candor bello?
Rimas de Herrera, eleg. 16.Toda la noche duró terrible la tempestad; fueron algunas personas por la mañana a ver los destrozos que en la garganta y baños de Pasada Blanca había hecho, y notaron, entre otras cosas, que las dos piedras encarnadas no existían ya; sin duda se harían pedazos; o taparían con el limo del hinchado torrente; pero los moros creyeron firmemente que desaparecieron porque había ya concluido su encanto.
Lo cierto es que, desde aquel día aciago, nuevas y continuas desgracias asaltaron el corazón del ferí; por una parte, aumentábanse los cristianos en Ronda, y con frecuentes correrías incomodaban y dañaban a los que antes eran los agresores; y por otra, doña Elvira entregose más y más a sus melancólicas reflexiones. ¿Y cuál fue el fruto? Que fue acometida de una fiebre lenta; las rosas de su rostro desaparecieron, y aquella tierna y rozagante flor amenazaba destruirse para siempre.
Deseando a los pocos días saber de sus padres, envió a Ronda a don Sancho; veamos a este, que, en compañía de don Tello, llega al convento de Santo Domingo, sito no lejos de la Fuente de los Gomeles, y está llamando a la puerta de la celda del padre Vicente.
—Amigos míos —exclamó el anciano, abriendo acaloradamente—, ¿qué es esto? ¡Hola! ¡Don Sancho! Dadme los brazos, ¿estáis libre y bueno?
—Ya pareció —le interrumpió don Tello—, sí, señor, ya pareció.
—¿Quién?
—Mi sobrina Elvira, y está sana y salva.
—¡Ay, Dios mío! ¡Qué placer! —prosiguió fray Vicente, llorando de gozo—
¿Dónde está? Vamos a verla…
—Poco a poco —saltó don Sancho—; eso no es muy fácil, porque está con los moros.
—¡Con los moros!
—Y en un sitio que pocos conocen.
Introducción
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 1-36
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17 - El remedio
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- Book:
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 139-142
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Summary
Una cosa te diré por que veas qué madre perdiste, aunque era para callar,
pero contigo todo pasa; siete dientes quitó a un ahorcado con unas tenacitas
de pelar cejas mientras yo le descalcé los çapatos.
Celestina, acto 7º.Si en aquellos tiempos en que aún se oían resonar los borrascosos gritos de las guerras civiles, y la degradación y malas costumbres, sus compañeros inseparables, aún alzaran su ominosa frente hombres que con la máscara de religión encerraban en su pecho, cual fray Silvestre, depravados y abominables vicios, veíanse también venerables varones que encanecieran observando rígidas las santas costumbres de sus respectivos fundadores; descollaba entre estos el padre Vicente, anciano de más de sesenta años, de instrucción, probidad y virtud conocida y notable; austero para sí e indulgente para los demás, era el consuelo de los infelices, y el amparo de los huérfanos y viudas que a él en sus miserias recurrían, amparo de todos los caballeros de Ronda, y mañoso para excitar su compasión; nadie se atrevía a negar sus piadosas limosnas a los recomendados del padre Vicente. Las dulces palabras, los sabrosos consuelos y las pláticas llenas de pura y espiritual unción estaban siempre bosando de los labios de tan digno sacerdote; en fin, para decirlo de una vez, la humanidad aunada con la santa religión del crucificado guiaban siempre sus acciones.
—He sabido por el doctor Cosme del Pino —dijo entrando— que doña Elvira se halla en la cama aquejada, según parece, de grave mal; ya sabéis cuánto me interesa tan angelical criatura, y así he corrido al instante a indagar lo que hay.
—Efectivamente —le respondió doña Juana—, se halla indispuesta mi hija, mas no creo esté tan grave como el médico piensa.
—Mucho me alegraré.
—Si queréis pasar a verla.
—Con el mayor gusto.
—¡Qué! —exclamó después que se sentó a la cabecera de la enferma— Esta niña no tiene nada; cargada un poco la cabeza, molida, mas todo efecto del viaje; estos peñascos no se andan con la facilidad que los llanos del Guadalquivir; se necesita haber nacido y criádose entre ellos para poder hacerlo sin incomodidad ni molestia; ea, no volváis, hija mía, a salir a más diversiones que tan caro cuestan.
—¡Y tanto! —dijo para sí doña Elvira.
33 - Los viajes del ferí
- Edited by Javier Muñoz de Morales Galiana, Daniel Muñoz Sempere
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- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra Bermeja
- Published by:
- Boydell & Brewer
- Published online:
- 11 January 2024
- Print publication:
- 30 May 2023, pp 215-221
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- Chapter
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Summary
¿Son estos por ventura los famosos
Los fuertes, los belígeros varones
Que conturbaron con furor la tierra?
¿Que sacudieron reinos poderosos?
¿Qué domaron las hórridas naciones?
Rimas de Herrera, Canción a la pérdida del rey don Sebastián.Mahamud era una persona que a primera vista, ya por su modestia natural, ya por la constante simplicidad y poco lujo de su traje, se hubiera tomado por un hombre cualquiera y de pocas luces; pero tratándolo de cerca, veíase que era prudente, generoso, esforzado y sobre todo sumamente instruido en los anales y fastos históricos de los árabes; daba gusto inmenso a sus compatricios, cuando sentado al lugar en las largas noches de invierno refería con candor y admirable elocuencia el nacimiento y trabajos de su profeta Mahoma, sus victorias y milagros y el esparcimiento de su doctrina por todo el orbe; a pesar de los reveses que sufrió desde el principio, causados por las disensiones civiles y religiosas de Alí y de Omar, sin duda por estas buenas dotes fue escogido por el ferí para ser su compañero de viaje.
—Ya tenemos a la vista —exclamó Mahamud— los torreones de Gaucín; este castillo era uno de los más fuertes que poseíamos en estas sierras, y debemos hacer gran empeño para que su caudillo alce el pendón de la santa ley; bastante pugnaron nuestros enemigos para ganarlo, y pagaron con su sangre muchos nobles de Castilla tan temerario arrojo, mas al fin herido mortalmente su alcaide Malique, la entrega fue entonces necesaria; pero no creáis que contrataron condiciones tan vergonzosas como las de Ronda, salieron con armas y caballos de la villa, y todos se retiraron a Jubrique; según tengo entendido, escapó el ilustre jefe de mis heridas y hace muchos años que vive tranquilo en su casa; no dudo que logremos reanimar su ardor, y que quiera de nuevo ser alcaide de esta fortaleza.
Hallaron en efecto a Malique, y aunque imaginando mal de la empresa se resistió al principio a tomar parte, venciéronlo al fin las razones del ferí y robusta elocuencia de Mahamud.
Pasaron luego al pueblo de Algatocín.