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Bibliografía Anotada Sobre el Ciclo de la Violencia en la Literatura Colombiana

Published online by Cambridge University Press:  24 October 2022

Lucila Inés Mena*
Affiliation:
Indiana University, Purdue University at Indianapolis
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Se ha dado en llamar “novela de la violencia” en la literatura colombiana, a toda aquella producción novelística que refleja la situación sociopolítica de Colombia durante las décadas del cuarenta y del cincuenta. En este período el país se vio envuelto en una serie de luchas internas que afectaron profundamente la situación socioeconómica de Colombia, especialmente en lo que se refiere a la población campesina.

Type
Research Reports and Notes
Copyright
Copyright © 1978 by the University of Texas Press

Footnotes

*

Este estudio forma parte de un extenso proyecto sobre la novela de la violencia en Colombia, proyecto que se está realizando gracias a los auspicios proporcionados por el Social Science Research Council.

References

Novelas Sobre La Violencia

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Crítica Sobre la Novela de la Violencia

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Estudio teórico general sobre la problemática de la nueva novela y sobre el arte de novelar. Ante las dudas que han venido formulándose sobre la existencia de una nueva narrativa colombiana, Airó afirma la existencia de una nueva narrativa contemporánea muy diferente a la que se escribía hace unos quince años. Dicha narrativa tiene por objeto al hombre rodeado de su peripecia social. El expresar al hombre es el camino que se le ofrece al novelista para obtener una nueva novela.Google Scholar
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La producción literaria generada a raíz de la Revolución mejicana es comparada con la literatura producida en Colombia a raíz de la violencia. La Revolución, capítulo de la historia de la que los mejicanos se enorgullecen, ha producido una literatura que enaltece el movimiento revolucionario, sus héroes y sus batallas. La violencia, capítulo vergonzoso en la historia de Colombia, lucha de héroes anónimos, produjo una literatura escrita desde la clandestinidad y llevada por el afán de dar testimonio de los hechos y denunciar el régimen que inspiró la masacre.Google Scholar
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Breve ensayo (de dudoso valor literario) sobre la novela colombiana contemporánea, con un capítulo dedicado a la novela de la violencia (pp. 3446). El autor enjuicia la novela desde el punto de vista político-religioso; por lo tanto, el valor de las novelas depende del tratamiento que ellas den al sacerdote, la religión o a determinado partido político.Google Scholar
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Estudio de la novelística colombiana a partir de 1925 hasta la década del 60. Durante este período se notan tres tendencias principales. La primera, de 1925 a 1945, representa un ciclo literario caracterizado por la visión “lírica e ingenua de la realidad nacional.” Un buen ejemplo de este período es La Vorágine, primera novela moderna en Colombia. La segunda tendencia, de 1940 a 1950, se caracteriza por la visión crítica de la realidad nacional. A este período pertenecen José Antonio Lizarazo, Eduardo Caballero Calderón y Jorge Zalamea Borda. A fines de la década del 40 hasta mediados de la década del 50 aparece la novela de la violencia. En esta etapa “solo muy contadas muestras de esta producción son rescatables.” Sin embargo, se observa la existencia de un grupo de novelistas que trabajan sobre la temática de la violencia teniendo, al mismo tiempo, una idea más clara del quehacer literario. Sus obras representan “una visión realista de la vida nacional.” Entre estos escritores se encuentran Gabriel García Márquez, Manuel Mejía Vallejo, Manuel Zapata Olivella y Alvaro Cepeda Samudio. Todos los escritores citados en este artículo van seguidos de un breve comentario de su obra literaria.Google Scholar
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Breve historia del nacimiento y desintegración del grupo político-literario “Los Nuevos” fundado en la década del 20, y del cual Zalamea fue uno de los fundadores y el único del grupo que, con el correr de los años, permaneció fiel a las ideas políticas que impulsaron el nacimiento del grupo. Su obra El sueño de las escalinatas, La metamorfosis de su excelencia y El Gran Burundún Burundá ha muerto son testimonio vivo de su ideología.Google Scholar
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Para Collazos, el concepto de la nueva narrativa colombiana es una ficción; pues, el escritor está marginado de la cultura y carece de una suma de valores que le den a su vez la imagen de creador y de intelectual. La literatura colombiana está vista como una serie de frustraciones que son resultado directo de las falsificaciones de que adolece la cultura dominante: cultura de autocoloniaje, que se revela a través de todas las manifestaciones del pensamiento. El movimiento nadaista y la novela de la violencia son expresiones frustradas de la literatura colombiana. Sin embargo, se señala la novela de García Márquez El coronel no tiene quien le escriba como la novela “que resume, de una manera esencial, el fenómeno de la violencia.” Junto con García Márquez, otros escritores que tratan acertadamente el tema de la violencia son Alvaro Cepeda Samudio y Arturo Echeverri Mejía. Paralelamente a ellos se producen expresiones literarias de cierto valor, especialmente en su propósito de “inserción en la realidad colombiana o en su proyecto de remodelación de un lenguaje ya inoperante.” Especial mención merece Jorge Zalamea Borda con su obra El Gran Burundún Burundá ha muerto, obra que “no ofrece antecedente directo en la literatura latinoamericana.” Marta Traba, Antonio Montaña y Darío Ruiz Gómez son autores representativos en este intento de remodelar la narrativa colombiana. Este ensayo va seguido de una discusión centrada en la obra de García Márquez, en la que participan, además del autor, Angel Rama y Mario Benedetti.Google Scholar
Collazos, Oscar. “Manuel Mejía Vallejo: Sólo tratando nuestra propia realidad saldremos del plano lugareño,” El Tiempo, Lecturas Dominicales, 20 de junio 1965, p. 6.Google Scholar
Collazos entrevista a Mejía Vallejo quien habla sobre la influencia de la novela europea en la novelística latinoamericana, y de su función como escritor frente a la realidad social que le rodea: “Para hacer novela es necesario primero tomar conciencia como pueblo y como individuo perteneciente a determinado pueblo, fenómeno que sólo en los últimos años ha venido a cumplirse.”Google Scholar
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Estudio estilístico sobre la novela de Mejía Vallejo ganadora del premio Nadal 1963. El ambiente de opresión en que se desarrolla la novela está creado a partir de una serie de imágenes auditivas. Dichas imágenes aparecen ordenadas en grupos rítmicos que sirven para reforzar las descripciones y crear una atmósfera de tensión.Google Scholar
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El fracaso de la novela de la violencia se debe a que ella no obedece a experiencias personales profundas por parte de los escritores. Por otra parte, los novelistas se enfrentaron al tema con demasiada avidez y, estando en presencia de una gran novela, “no tuvieron la serenidad ni la paciencia, pero ni siquiera la astucia de tomar el tiempo necesario para aprender a escribirla.”Google Scholar
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Relaciones entre la violencia y las artes plásticas. Se comenta específicamente la exposición “Homenaje a la lucha guerrillera de Colombia” que tuvo lugar en la Galería latinoamericana de la Casa de las Américas en agosto de 1966. Exposición de cuadros, grabados y dibujos de Pedro Alcántara, Augusto Rendón y Carlos Granada.Google Scholar
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La violencia como tema tiende a ser olvidada por la crítica colombiana; sin embargo, las novelas más importantes sólo pueden entenderse completamente si se conocen las condiciones sociales en que ellas fueron escritas. Kirsner reseña las novelas de Ernesto León Herrera Lo que el cielo no perdona, Eduardo Caballero Calderón El cristo de espaldas, Gabriel García Márquez La mala hora y Manuel Mejía Vallejo El día señalado y concluye que la violencia constituye la preocupación más aguda de aquellos escritores que enfrentan la realidad colombiana.Google Scholar
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Comentario sobre las novelas El Monstruo de Carlos H. Pareja y La calle 10 de Manuel Zapata Olivella, obras cuyo tema se centra en el conato de revolución ocurrido a raíz del asesinato de Jorge E. Gaitán. El enfoque universal y las técnicas narrativas empleadas por Zapata hacen que su novela alcance un nivel artístico que no se logra en la novela de Pareja.Google Scholar
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Nadie ha emprendido hasta ahora un estudio concienzudo de la literatura de la violencia y, aun cuando este tema ha pasado desapercibido para varios, “es inútil no comprender que él forma la verdadera literatura colombiana de los últimos años.” El corto ensayo sobre la novela de la violencia va seguido de una bibliografía de 13 novelas.Google Scholar
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La novela costumbrista de Carrasquilla, la modernista de Soto Borda y la terrígena de José E. Rivera se señalan como las fuentes más importantes de la narrativa de las décadas del 40 y el 50. La influencia de los novelistas norteamericanos se hace mas evidente en García Márquez, Cepeda Samudio y Zapata Olivella, novelistas que en la década del 50 y el 60 integran la escuela de la costa. Madrid Malo no establece ninguna relación entre estos novelistas y la novela de la violencia, la que, según él, se caracteriza por su excesiva mediocridad, excepción hecha de El día señalado de Mejía Vallejo, el único autor que presenta una visión literaria del fenómeno.Google Scholar
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Los nuevos novelistas colombianos en su afán de calcar las innovaciones técnicas de los grandes novelistas contemporáneos norteamericanos, han olvidado asimilar “las lecciones literarias contenidas en las grandes obras del género anteriores a nuestra época.” Esto da por resultado el que la actual novela de la violencia esté caracterizada por “la improvización y la incomprensión del tema en sus implicaciones sicológicas e históricas.” La violencia continúa siendo un tema que se escapa a la “novelización de lo real.”Google Scholar
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La casa grande, novela de Alvaro Cepeda Samudio, se basa en un hecho histórico: la huelga de los obreros de la compañía bananera ocurrida en el departamento de El Magdalena en 1928. A partir de este acontecimiento, Cepeda Samudio construye su narración en la que el énfasis no está dado en la forma externa y anecdótica, sino en las implicaciones esenciales del hecho. La importancia de esta novela reside en el hecho de ser una de las primeras obras en interpretar la realidad a través de una mitología. Además, esta novela representa un intento de dar una interpretación literaria a la larga cadena de odios heredados que han caracterizado la vida política de Colombia, y que tuvieron su culminación en la época de la violencia.Google Scholar
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Cien años de soledad proporciona una interpretación de la vida política de Colombia desde la creación de los partidos políticos en 1848, hasta la irrupción de la violencia en 1948. Hay que notar que estos cien años no están tomados en forma aislada, sino que están integrados dentro del marco más amplio de la historia de América y, aún más, dentro del contexto de la historia del hombre occidental. En esta forma, García Márquez, partiendo de las raíces mismas de la historia, va delineando las fuerzas que a través de cien años llevaron al país a la violencia. Cada una de las distintas destrucciones que sufre Macondo corresponde a diferentes movimientos represivos en la historia de Colombia. La destrucción final representa el surgimiento de la violencia en 1948, el movimiento represivo más fuerte en la historia de dicho país.Google Scholar
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En el estudio de Pederson el primer capítulo, dedicado a la novela rural, contiene una sección sobre la novela de la violencia (pp. 5581). El autor limita esta categoría a todas aquellas obras que tratan el tema desde un punto de vista documental y dentro de un ambiente rural. Por esta razón, otras novelas sobre el mismo tema como las de Mejía Vallejo, Caballero Calderón, Zapata Olivella y García Márquez quedan fuera de esta sección. Sin embargo, ellas aparecen en capítulos posteriores clasificadas bajo otras categorías.Google Scholar
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Estudio sobre las diferentes expresiones culturales de Colombia en el siglo XX. Se hace referencia a la temática de la violencia en la obra pictórica de Alejandro Obregón y en la obra literaria de García Márquez, en donde la violencia se presenta sin color político “desnuda como un puñal” y como la expresión de “explosión económica” y “vehículo de enriquecimiento.”Google Scholar
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Uno de los pocos estudios que interpretan la obra narrativa de García Márquez en relación con la violencia política: “Del mismo modo que durante un decenio largo el drama de Colombia radicó en el permanente estado de violencia, del mismo modo, y confesadamente, éste es el tema central sobre el cual se edifica la obra de García Márquez y de la generación literaria a la cual pertenece.”Google Scholar
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Extensa bibliografía sobre estudios sociológicos e históricos de la violencia. Esta bibliografía contiene una sección sobre la literatura de la violencia en la que se mencionan 22 novelas y el libro de crítica de Gerardo Suárez Rondón.Google Scholar
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La pugna entre la estirpe citadina y la rural o feudal generó la violencia, la que, a su vez, tuvo una fuerte repercución en la literatura. Dicha literatura está marcada por dos generaciones de escritores. La primera produce una literatura episódica carente de hondura sicológica. La segunda, representada por el grupo de Barranquilla, muestra “un brioso dominio del oficio, pero excesivamente formalista.” Especial atención se da a La casa grande de Cepeda Samudio y a El coronel no tiene quien le escriba de García Márquez, novelas que revelan un gran afán de imitar “modos ya consagrados en extraños lares” lo que acusa una gran inautenticidad por parte de los autores.Google Scholar
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Parte de este artículo enfoca la obra de García Márquez en sus relaciones con la violencia. La hojarasca, La mala hora y El coronel no tiene quien le escriba son novelas que no pueden separarse radicalmente de la narrativa de la violencia; pues, si por una parte las novelas de García Márquez se apartan de la orientación estética de la novelística de la violencia, por otra parte, en todas ellas se manifista “una violencia latente pero violencia al fin.”Google Scholar
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Nota sobre la novelística colombiana en el año de 1965. En este año se editaron cuatro novelas y se reeditaron tres. El tema de la violencia aparece en la novela de Euclides Taramillo Arango Un campesino sin regreso (reedición), obra que trata el tema con una gran ingenuidad. En Diálogos en La reina del mar de J. J. Jaramillo, se tiende más a lo documental que a lo creativo. Como contraste, la novela de Pedro Acosta Borrero El cadáver del Cid muestra el proceso de la violencia, su desarrollo y gestación, empleando técnicas modernas. Este libro se destaca entre la novelística de la violencia por el tratamiento literario que se da al tema.Google Scholar
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Elogiosa reseña de la novela de Zapata Olivella laureada con el premio Esso 1962. “Nunca antes, en los diversos intentos para novelar o teatralizar facetas de la violencia, se había logrado un acierto tan afortunado como el hallado en Detrás del rostro.”Google Scholar
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Balance de la novelística producida en Colombia durante el año de 1966. El evento más importante durante este año fue el surgimiento de una generación “que podría denominarse del 50 o de la violencia.” La generación que incluía ya los nombres de García Márquez, Cepeda Samudio, Mejía Vallejo, Zapata Olivella y Rojas Herazo se ve aumentada con los nombres de Pedro Acosta Borrero, Gonzalo Cadavid y Oscar Hernández. Mención especial merece la novela de Acosta Borrero El cadáver del Cid, novela donde “la literatura está a todo momento a un paso de ganarle la partida a la realidad.”Google Scholar
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Mientras la novela moderna se ha comprometido a fondo con el ambiente urbano, la novelística colombiana permanece estancada dentro de la temática campesina, cosa que limita enormemente el desarrollo de la novela.Google Scholar
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La obra de Zalamea está interpretada como la obra de un autor comprometido con su realidad social.Google Scholar
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El defecto más grande de que adolece la novela colombiana es el de que no exista un verdadero creador de caracteres. Este es el factor principal que hace que la novela se encuentre en un estado incipiente. Sólo cuando se eliminen los prejuicios y se moldéen auténticos caracteres, se llegará a una novela auténticamente colombiana y universal.Google Scholar
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Notas sobre La hojarasca, La mala hora y El coronel no tiene quien le escriba, haciendo notar los diferentes enfoques frente a la realidad y la búsqueda, por parte de García Márquez, por expresar en forma literaria la problemática de la violencia.Google Scholar
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El único estudio extenso que existe hasta el momento sobre la novela de la violencia. En su libro, el autor hace referencia a cuarenta novelas, las que inicialmente clasifica en forma cronológica. Cada una de las novelas va seguida de un resumen del argumento. La segunda clasificación es de caracter temático; las novelas se agrupan y comentan de acuerdo a la forma como ellas enjuician el partido conservador, la policía, el ejército y el partido liberal. En el análisis de las novelas el autor descuida el aspecto literario, pues su objetivo no es estudiar el aspecto artístico, sino “hacer un balance de las ideas más importantes que han informado la novelística de la violencia.” Desafortunadamente este balance carece por completo de objetividad. La mayor contribución de este libro es la lista bibliográfica de novelas que el autor agrega al final de su estudio.Google Scholar
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Breve exposición de la situación política de Colombia y la forma como dicha situación se refleja en las letras colombianas. “Yo no sé si por falta de perspectiva, o por falta de coraje, o por obedecer al deber del testimonio, lo cierto es que la literatura colombiana no ha reflejado hasta ahora esa situación de la comunidad colombiana.” La literatura existente se puede considerar como documento pero no como literatura. Afirma Zalamea, que suslibros El Gran Burundún Burundá ha muerto y La metamorfosis de su excelencia son libros de denuncia que van a la raíz de la violencia. García Márquez, Cepeda Samudio, Rojas Herazo y Alberto Sierra constituyen los valores más importantes en la narrativa actual.Google Scholar
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Consideraciones sobre la sociología de la violencia, su origen y su desarrollo, seguido de un corto estudio sobre la novelística de la violencia. Se hace referencia especial a las obras de Jorge Zalamea El Gran Burundún Burundá ha muerto, Manuel Mejía Vallejo El día señalado, Eduardo Caballero Calderón Manuel Pacho y El Cristo de espaldas, novelas que sobrepasan la literatura testimonial que caracteriza toda la literatura de la violencia.Google Scholar